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Seis días no fueron suficientes para conocer las maravillas naturales del estado de Arizona, desde admirar atardeceres color pastel que adornan temporalmente el Gran Cañón o los intensos rojizos paisajes petrificados, visitar escenarios del viejo oeste, escuchar místicas leyendas de los Navajos, hasta vivir una aventura montados en un par de esquíes sobre la blanca nieve de Flagstaff. Todo pudimos experimentarlo en un roadtrip para aprovechar las vistas desde la carretera, así fuimos testigos de los cambios de climas y ambientes desérticos a bosques que se fusionan en el enorme estado de Arizona.

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Atardecer en el Gran Cañón.

La primera visita fue al Parque Nacional del Gran Cañón, pudimos hacer diferentes paradas para tener distintas perspectivas del monumental sitio considerado una de las 7 maravillas naturales del mundo. Volamos desde la Ciudad de México a Phoenix vía American Airlines, por la noche nos alojamos en DoubleTree by Hilton Phoenix-Tempe para descansar y al otro día emprender el viaje por la carretera. Después de cuatro horas y media en auto llegamos al Gran Cañón, a pesar de que es la misma duración del trayecto saliendo de Las Vegas, nuestro guía nos explicó que son vistas totalmente diferentes, siendo más valiosas las de Arizona.

Tomamos el Sunset Bus Tour, para observar el atardecer. Esperamos pacientes hasta que el sol se escondiera por completo entre las cordilleras y pintara de rosas el cielo, la luz tocó las puntas de las mesetas mientras las sombras cubrían las raíces, proyectando distintos tonos anaranjados y azules en las mesetas. Un espectáculo visual imperdible sobre las columnas geológicas más antiguas del planeta formadas hace 2 mil millones de años, las cuales han sido erosionadas paulatinamente por el Río Colorado.

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Casualmente no es muy explorado en tierra por mexicanos, en cambio los tours en helicóptero (con Papilon Tours) son muy frecuentados, que como dato, se ven más helicópteros volando sobre el Gran Cañón que aviones sobre Phoenix. Otras opciones para explorar es practicar senderismo dentro del cañón por el acceso vía Bright Angel Trailhead, hacer rafting o alquilar bicicletas, incluso mascotas son permitidas ya que hay una residencia canina.  

El Gran Cañón que mide 430 kilómetros de largo recibió 6 millones de visitantes durante el año pasado, tiene transporte local gratuito y las opciones hoteleras van desde el resort Best Western Premier Grand Canyon Squire Inn, hasta cabañas como Yavapai Lodge o Bright Angel Lodge que tiene vistas al Gran Cañón; para los más aventureros Phantom Ranch es el único hotel ubicado en el borde del cañón, pero aquí sólo puede llegarse por mula o después de una larga caminata.


Monumentos naturales

Nos trasladamos a la localidad de Page donde se ubica Antelope Canyon. Cabe destacar que a este cañón sólo puede llegarse a través de Antelope Slot Canyon Tours, pues se encuentra dentro de la comunidad indígena de los Navajos y es necesario visitarlo bajo su protección ya que suelen haber inundaciones instantáneas lo que resultaría peligroso de no contar con un guía.

Chief Tsosie fue quien nos dirigió en nuestra visita dentro de las entrañas del cañón, caminamos entre las húmedas paredes que fueron esculpidas por feroces corrientes de agua, el interior se ilumina simultáneamente con juegos de rayos del sol que se cuela entre sus espacios rocosos y en donde se esconden figuras de animales. Cuando salimos del cañón, Chief Tsosie coronó el tour tocando una flauta típica de su cultura que cargaba en la espalda.

Para llegar al segundo lugar más fotografiado de Arizona hicimos una caminata de 45 minutos sobre escenarios marcianos para admirar otra maravilla natural de nuestro viaje por el estado: Horseshoe Bend. Allí, sentados al filo de las rocosas, meciendo los pies al aire como si no hubiera temor a la casi infinita profundidad de la montaña, admiramos curiosos el río turquesa y traslúcido que rodea la monumental piedra roja del centro, agua que al paso del tiempo le otorgó la peculiar forma de una herradura de caballo. Para descansar y continuar nuestro viaje al amanecer, dormimos en la ciudad de Page donde nos hospedamos en Hampton Inn

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Una cultura ancestral

Ahondamos en los orígenes y conocimos la esencia de los nativos americanos Navajos de la mano de Donovan Hanley, Director de Ventas de Hospitalidad de la Nación Navajo. Como introducción para la historia de la cultura ancestral visitamos Explore Navajo Interactive Museum, ubicado en Tuba City, donde aprendimos los valores, símbolos y tradiciones de la comunidad. Seguimos dos horas en auto hacia Monument Valley, nos hospedarnos en The View Hotel, ubicado justo en el parque, cada habitación tiene un balcón privado donde se tienen increíbles vistas hacia las icónicas formaciones de mesetas, allí tomamos el siguiente tour con Majestic Monument Valley Tours, dos jóvenes guías Navajos que nos mostraron el valle que ha dado vida a películas del viejo oeste, ambos interpretaron algunas canciones y tocaron pequeños tambores cuyo eco resonó en todo el valle. La magia continúo a la mañana siguiente cuando el sol salió de entre las mesas y rocas, y miramos el amanecer desde nuestras habitaciones queriendo paralizar el tiempo para observar eternamente aquel escena natural.

Continuamos hacia el Cañón de Chelly, monumento nacional y lugar sagrado para la cultura Navajo con más de 5 mil años de historia, entre anaranjados acantilados bajamos las montañas para emprender el camino en el sendero hacia White House Ruin, las ruinas de una antigua vivienda que datan del año 1200, después de ello regresamos en una camioneta 4x4 para descansar en las cabañas de Thunderbird Lodge, quienes también son proveedores de dicho tour.

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De rocas rojas a montañas de nieve

Cambiamos drásticamente de escenografía, después de las rocas rojizas y marrón de Chinle, nos dirigimos a Flagstaff para deslizarnos en las montañas nevadas de Arizona Snowbowl, conocida por ser uno de los mejores sitios para principiantes de esquí con 40 pistas y 700 metros de desnivel en 314 hectáreas de montaña. En verano, la telecilla escénica de renombre mundial ofrece unas impresionantes vistas a las Red Rocks Sedona, al Cinder Cone Volcanic Field y a la zona del Gran Cañón.

Antes de ir a descansar a nuestra acogedora, amplia y lujosa habitación en Little America Hotel Flagstaff donde nos esperaba una tina caliente, cenamos y recorrimos las coloridas calles del centro de la ciudad, que complementa la múltiple oferta del destino para los amantes de la naturaleza y pueblos con encanto.

Nuestra penúltima parada fue en Sedona, también nuestro último destino rocoso dentro de Arizona. La diferencia de Sedona es que entre sus montañas rojas nacen verdes plantas y tupidos arbustos que colorean el entorno, para llegar a la cima de algunos de sus cerros tomamos el Pink Jeep Scenic Rim Tour, donde tuvimos las mejores vistas para fotografiar el paisaje. Además recorrimos las tiendas de Sedona donde encontramos productos locales como botellas de vino y artesanías.   

Multidestino

Sin embargo Arizona no es sólo naturaleza, la urbe Phoenix es vibrante y cosmopolita mientras que Scottsdale es incluyente y revitalizante. Un día antes de partir paramos en Hotel Valley Ho, un glamoroso hotel de aires sesenteros y diseño pop ubicado en el centro de Scottsdale, donde estrellas de cine, actuales y pasadas, han tomado el sol y nadado en la alberca, dormido en sus amplias camas y se ha deletidado con deliciosos platillos en el restaurante ZuZu. Pero antes de descansar en el contemporáneo hotel, nos despedimos de la entidad brindando en Craft 64, un pequeño lugar donde exactamente tienen en su carta 64 espumosas cervezas artesanales locales y diferentes vinos de la región que van muy bien con sus pizzas a la leña.

Nuestra maravillosa experiencia en Arizona terminó donde inició, un grandioso estado, para recorrer a pie, en auto, por aire, a bicicleta…por todos los medios posibles y durante todas las estaciones del año. Destino donde los escenarios en la carretera cambian constantemente, desde secos desiertos con cactáceos espinosos de todos los tamaños hasta frondosos y verdes árboles adornan el paisaje, y donde coloridos arcoíris —símbolo sagrado de los Navajos— sorprenden espontáneamente en los caminos de asfalto. Arizona es un estado pintado a rojo vivo, tono otorgado por el óxido de hierro expuesto en las rocas; dotado con magníficas formaciones producto de la erosión, esculturas que la propia naturaleza ha tallado a través de los años.
Por Ariadna Ramo


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