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Cuando Air France por primera vez aterrizó un A380 en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, tuvimos una visión fugaz de lo difícil que es  predecir el futuro. Airbus presentó este avión gigante hace una década. El A380 es 40 por ciento más grande que el Boeing 747. Puede volar 15,770 kilómetros sin reabastecerse de combustible  y transportar hasta 853 pasajeros, pero pocos aeropuertos pueden acomo­darlo. El problema es que es demasiado grande. Mientras que Air France invirtió decenas de millones de pesos   para que el gigante pudiera operar aquí, hay informes de que pocas líneas están dispuestas a invertir tan fuertes cantidades, y que Airbus puede suspender la fabricación del A380.


Ahora Airbus está contemplando aparatos con las ventanas y techos transparentes en aviones aún más grandes. Estos llevarán tantos pasajeros como  los cruceros y provoca en nosotros la pregunta de qué harán los aeropuertos con esas  multitudes. Felizmente, en el futuro, los escáneres faciales electrónicos pueden hacer la inspección de pasaportes súper rápida. Habrá dispositivos biométricos para detectar e identificar a terroristas y políticos. ¿Equipaje? En el futuro, las impresoras 3D van a convertir las maletas algo arcaico. Los viajeros simplemente van a instruir a sus teléfonos inteligentes  para que impriman la prenda que se antoje usar. Los escépticos tienen sus dudas.
Hace medio siglo Isaac Asimov, el cuentista de ciencia ficción, escribió una pieza para el New York Times con sus predicciones para el mundo del Siglo XXI. Asimov imaginó la televisión en 3D, ciudades subterráneas, y colonias en la Luna. La televisión en color ya estaba deleitando a los visitantes de la Feria Mundial de Nueva York en 1964 y pronto estaría disponible en México. Asimov nunca pensó en los satélites comunicadores, la disponibilidad de cientos de canales o lo que la industria llama hoy streaming. Tampoco imaginó las computadoras ni el Internet. Predecir el futuro no es fácil. En 1960, cien millones de  personas viajaban en aviones. Ahora tres mil quinientos millones de pasajeros vuelan cada año. ¿Recuerdan a Los Supersónicos, una serie animada de televisión estadounidense de 1963? La familia andaba en un pequeño platillo volador, tenía un robot como un sirviente y para cualquier cosa nada más necesitaban apretar botones. El jefe de la familia en era sexista (su esposa no tenía empleo) tenía un trabajo que implica nada más apretar botones, pero sólo durante tres horas al día.
Ahora en el horizonte del mundo real vemos a los automóviles automatizados que no requerirán conductores ni lugar de estacionamiento. La gente simplemente tendrá que invocar a  estas maravillas cuando las  necesite, y luego dejarlas ir  para servir a algún otro cliente. El estacionamiento más grande del mundo está previsto para el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, pero en el momento en que esté listo a lo mejor ya no va a ser necesario.


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