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EnSan Miguel de Allende hay hoteles operados por dos de las cadenas más sibaritas del mundo. Pero, epicúreos que rehúyen de las cadenas pueden encontrar hoteles boutique de lujo. Hay muchos y más que abren cada año.
Lugares especiales para quedarse y lugares especiales para comer son los que traen a los findesemaneros a San Miguel de Allende. Alimentos orgánicos (como si hubiera otra especie) son muy apreciados por el momento. Una de las favoritas de moda es un lugar algo incómodo (mesas y sillas están hechas de tablas de los que no se han eliminado astillas) a orillas de la ciudad. El establecimiento siembra casi todo  lo que se sirve.


Algunas personas quieren hacer más que dormir, comer y beber en su fin de semana. Por ellos, San Miguel tiene un campo de golf, a pesar de que sólo cuenta con nueve hoyos y no es precisamente barato. Las canchas de tenis no tienen para nada hoyos. Luego están los caballos y bicicletas de montaña para montar. Deberían llamar antes llegar. Muchas otras personas pueden tener la misma idea.


La pregunta que puedes hacerte es ¿por qué todo esto está ocurriendo en el pueblo natal de Ignacio Allende. La independencia por la que el luchó  no trajo ningún edad de oro a lo que había sido San Miguel el Grande. San Miguel se achico. La población hace un siglo era sólo una décima parte que de lo que es ahora (tal vez 60 mil en el centro del pueblo). Es cierto que en la década de 1880 los artesanos locales erigieron La Parroquia, una iglesia casi gótica en un país donde el gótico es casi desconocido. Esto puede haber llegado a la designación de San Miguel de Allende como Monumento Nacional en la década de 1920, un honor que comparte con Taxco y Álamos en Sonora. Hoy día, San Miguel también es un Pueblo Mágico y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, pero estos son  honores recientes.
En la década de 1930, José Mojica - el Plácido Domingo de esos días - descubrió los placeres tranquilos de San Miguel y es el que puede haber atraído a un joven Stirling Dickinson. Dickinson se lleva el crédito - o la culpa – por el  ambiente de la ciudad de hoy. Este resultó ser un refugio para los estudiantes universitarios estadounidenses que, por la situación internacional, ya no pueden pasar un semestre o dos en Europa. La preocupación por una guerra fue justificada.
Y una vez que terminó la guerra, los ex soldados descubrieron que el dinero de las becas a veteranos de guerra rendía  más en México. Las becas fueron una recompensa para soldados que habían sobrevivido a la guerra. Los padres de los veteranos vinieron a visitarlos, se han hechizado no sólo por los bajos precios, sino también por el encanto de la ciudad, su singularidad y su clima. Regresaban, y a veces compraban casas. Ahora son los propios veteranos que regresan a vivir sus últimos años en la nirvana que nunca habían olvidado.  Dickinson se quedó hasta su muerte en 1998. Y Cantinflas hizo su parte para convertir San Miguel un favorito para muchos mexicanos.


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