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Hace años, en una visita a Londres, estuve tentado por un anuncio que promueve los viajes en autobús hasta Nepal a través de Siria, Irak, Irán y Afganistán. La atracción era el precio bajo en comparación con el costo de volar, pero me hubiera ido sólo para ver el paisaje. No puedes hacer eso nunca ya.
Entonces, ¿por qué no volar? Incluso en Moscú, Kiev y Ulan Bator, los aeropuertos ofrecen la manera más fácil de entrar en un país. Sin embargo, el transporte aéreo, mientras que es rápido, es aburrido (imaginar decirle eso a alguien hace 100 años). En unas vacaciones, por lo menos, muchos de nosotros queremos ver lo más que podamos donde quiera que  vamos. Eso incluye a las fronteras que a viajeros veteranos se les aconseja evitar cuando están solos. Recorridos guiados ofrecen una alternativa. Estos no son tan emocionantes como ir a lugares totalmente por tu cuenta, pero las fronteras atraen tipos sin escrúpulos dispuestos a aprovecharse de los incautos que no hablan el idioma y no saben las reglas y costumbres locales. Ellos, por supuesto, te  pueden proporcionar experiencias de las que puedes hablar cuando llegues a casa. Si llegas a casa.
Las fronteras son la aflicción de los viajes. Las fronteras y todo lo que ellas implican. Primero, necesitas un pasaporte y después probablemente un visado, después de lo cual, al llegar donde quieres ir, tienes que esperar en una cola para que alguien mire estos documentos. En tu primer viaje, esto puede ser emocionante, por que te recuerda que estás en otro país. Pero después de algunos viajes más, puede crecer nostalgia por los buenos viejos tiempos cuando los inspectores abordaban los trenes con destino a Texas y los viajeros podían sentarse tomando café hasta que sus nombres eran llamados. ¿Por qué no hacer lo mismo a bordo de los aviones? En un automóvil, todos cuentan con las largas filas, pero ahora incluso los peatones se pueden pasar una hora o más esperando que sellen la entrada.
Y esto es para viajar al norte. Hacia el sur está peor. En Tapachula se me advirtió de no debería cruzar el río Suchiate para un almuerzo en Guatemala. "Las cosas pueden ser problemáticas allá", me dijeron. Los contrabandistas cruzan el río en botes. Los inmigrantes vadean. En el puente, dicen que se esperan sobornos en ambos extremos.
Desde Chetumal puedes cruzar a Belice sin entrar oficialmente a Belice. Belice tiene esta "zona libre" donde los artículos libres de impuestos se venden legalmente y la ley es nula. Nadie te pide ver cualquier documento al entrar en la zona franca, pero México hace las cosas complicadas para aquellos que quieran volver. Muy complicado si has sido demasiado activo con tus compras.
Hace años, aprendí que las fronteras son un gran negocio en América Central, con coyotes, polleros y otros tipos desagradables que se congregan en cada lado, esperando para escoltar – por un precio -- a los incautos más allá de los muchos puntos de control erigidos para el cobro de cargas distintas. Panamá es el último país por lo que uno puede viajar por tierra. No hay caminos que conduzcan a través de la selva del Darién hasta Colombia, lo cual es extraño teniendo en cuenta que una vez Panamá fue parte de Colombia.
Al otro lado del charco en Europa, la situación es mucho mejor. Hoy  día se puede cruzar frontera tras frontera sin necesidad de mostrar cualquier documento en cualquier lugar. En total, 26 países han firmado lo que se conoce como el Acuerdo de Schengen, eliminando de los controles aduaneros y de inmigración en la Unión Europea. El viaje desde París hasta  Berlín no es más complicado que el viaje de Monterrey a Guadalajara. Por carretera, la única manera que sabrás que has dejado un país y entrado a  otro es por el lenguaje en el señalamiento de las carreteras. Casi el único recuerdo de los viejos malos tiempos es el Check Point Charley en el centro de Berlín - una vez el portal a través de lo que Winston Churchill llamó una Cortina de Hierro, ahora solamente es una reliquia donde los turistas se detienen para tomar fotos.