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No cabeduda de que uno de los mayores pla­ceres al viajar es alojarse en un hotel de lujo  en donde haya mucho qué ver. Crystal Serenity es un hotel –flotante– de lujo,  que incluye todo a bordo, con un servicio espectacular mientras lo lleva a uno a  ciudades interesantes en donde hay mucho que ver.
Por eso Crystal Cruises ha sido elegida la Mejor del Mundo, más que cualquier otra línea de cruceros, hotel o resort en la historia por los lectores de las revistas Condé Nast Traveler y Travel + Leisure. El Crystal Symphony y el Crystal Serenity son en definitiva, una experiencia de viaje sin igual.
Tuve la oportunidad de viajar 12 días de Venecia a Estambul a bordo del Crystal Serenity en un recorrido por sitios de ensueño,  y cruzando en ruta  un lugar único: el Bósforo, para adentrarnos en el Mar Negro.
Desde el preciso momento en que aborde  percibí el refinamiento en la decoración, el servicio insuperable y el trato cálido y atento de la tripulación. Dejarse consentir por ellos es parte inevitable del viaje.


Crystal Serenity acaba de pasar por una remodelación de 25 millones de dólares que lo hacen lucir novedoso y sofisticado. Cada rincón del barco está lleno de detalles bonitos de elegancia y comodidad. Da gusto estar ahí.
La cubierta 5, mejor conocida como Crystal Deck, presenta un espectacular atrio en donde se encuentran la recepción, el servicio concierge, la oficina de excursiones en tierra,  y un confortable bar llamado Crystal Cove en donde destaca un hermoso piano de cristal.  También en ese piso se ubica el Crystal Dining Room.
La primera noche en el puerto, de inicio,  Venecia,  nos permitió  disfrutar de esa maravillosa ciudad italiana, única en el mundo. Habiendo disfrutado de el paseo en góndola, de la Plaza de San Marcos, las compras de máscaras de carnaval y todo lo que Venecia ofrece zarpamos. Todos los pasajeros atentos y las cámaras fotográficas capturando  Imágenes  de un momento especial, zarpar de Venecia es una experiencia emocionante. El paso lento del barco nos permitió ver todas aquellas construcciones tan añejas como la historia misma de Venecia, la plaza de San Marcos, la Iglesia de la Salud, el Puente de los Suspiros y evocar lo que no se alcanzaba a ver: el Ponte Rialto y todos los demás puentes que entrelazan esta ciudad de agua.


Mientas Venecia se perdía en el horizonte en el barco disfrutamos de un coctel y poco a poco cayo la noche en el Crystal Serenity donde cada pasajero se dispone a vivirla como más le plazca, hay mucha actividad, demasiadas cosas por hacer. La cena con vestimenta casual, cómoda, ideal para ir conociendo el barco. Los bares, el casino, las tiendas y hasta el gimnasio están ahí. Pero antes de zarpar ya se llevó a cabo la demostración de lo que se tiene qué hacer en caso de emergencia. En Crystal Cruises, lo más importante es la seguridad y bienestar de sus pasajeros.
El Crystal Serenity, inaugurado el 3 de julio de 2003 por la actriz británica Julie Andrews, pesa un total de 68,870 toneladas y tiene capacidad para 1,070 pasajeros que son atendidos por  655 extraordinarios tripulantes. El capitán John Okland, noruego de nacimiento, tiene una amplia experiencia en el mar.


Todas las cabinas son exteriores y de lujo, algunas  con ventana panorámica, otras con balcón,  y entre estas últimas las de categoría Penthouse ubicadas en los pisos  Penthouse 10 y 11 cuentan con servicio de mayordomo personal para lo que se pueda necesitar, ya sea desempacado y empacado del equipaje, planchado de ropa y lustrado de zapatos, servicio de té y bocadillos por las tardes y también para encargarse de hacer reservaciones para los diferentes servicios del barco.
“Explorando el Mar Negro” es el nombre del recorrido.  Dejando Venecia pasamos un día en altamar y llegamos por la mañana a Katakolon, Grecia, la puerta de entrada a Olimpia. La estancia aquí fue hasta las 5:00 de la tarde y después navegamos rumbo  a Mykonos a donde  llegamos a la mañana del día siguiente y pernoctamos una noche, lo que nos permitió a los pasajeros disfrutar al máximo de esta ciudad tan pintoresca. Después zarpamos nuevamente y al día siguiente pasamos por la península de los Dardanelos y realizamos el espectacular paso del Bósforo que separa a Estambul en dos continentes, el asiático y el europeo. Entramos de lleno en el fascinante Mar Negro para dirigirnos a Ucrania y visitar tres de sus puertos.


Por la mañana arribamos a Yalta, la pieza maestra de la costa de Crimea, donde pasamos el día, tiempo suficiente para disfrutar de las excursiones que Crystal Cruises tiene preparadas para los pasajeros que así lo deseen. En cada puerto, la naviera propone interesantes excursiones con el fin de conocer lo más posible el destino.


Sevastopol fue el siguiente puerto de visita, una ciudad en otros tiempos prohibida, cerrada a los visitantes durante el régimen soviético, es actualmente un afamado destino turístico. Por la noche el barco se alejó de la costa, para amanecer en Odessa, con su infinidad de joyas arquitectónicas. Ahí hay mucho que ver, por lo que el barco permaneció anclado en el puerto esa noche y al día siguiente zarpó hasta las 18:00 horas. Después de un día de navegación llegamos por la mañana a Estambul, pero el crucero todavía no había terminado, pues esa noche todavía nos toco dormir abordo y disfrutar por última vez de todo el glamour que se vive en el Serenity. Volver a la realidad cuesta trabajo, después de 12 días viviendo como reyes, acariciados por el servicio extraordinario de una amigable tripulación que se desvive por sus pasajeros.
Por Laura Ibarra


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