Advertisement

Por Carlos Harrison

El bajo retumba. La música se escucha a través de las paredes. La pista. El mobiliario. Los cubitos de hielo que bailan en los vasos sobre las mesas. La voz de la cantante que sale a todo volumen por los alto­parlantes: “Me hiciste brujería”.

14 1

Me hechizaste. Y después de echar una ojeada por Tucandela Bar casi a la medianoche de un viernes, parece ser verdad.

La pista de baile está repleta de bailadores que se mueven al unísono y marcan el ritmo juntos, pero cada uno de ellos con su propio estilo. Al igual las camareras que se deslizan entre las mesas con reful­gentes hieleras iluminadas desde adentro que elevan sobre sus cabezas, luces árticas en una cubitera.

El público sentado en las mesas cercanas menea los hombros y lleva el ritmo con la cabeza. Otros, parados al lado de la barra, marcan el tiempo con los pies y bailan en sus sitios. Y también los mozos de la barra.

Todo el mundo parece estar bajo el hechizo de la música. Y según dice el DJ, Andrés Ferro, ese es su propósito.

“Leo la reacción de la gente y toco el tipo de música que va a llegarles”, dijo. “Cuando el DJ acierta, no se pueden remediar. Tienen que salir a bailar. Es mágico. Eso es precisamente lo que pasa”.

Christian Insignares, que bailaba con su novia al borde de la pista, estuvo de acuerdo.

“Hacen buenas tran­siciones y mantienen las cosas en movimiento”, dijo. “En algunos clubes tocan música latina y después vuelven al rock. No tiene sentido”.

Aquí no. Aquí es re­ggaetón y salsa, bachata y cumbia, todo música latina. Toda la noche. Pero no solo en español. También se escucha a Pitbull: “¡Que no pare la fi-es-TA!”

Lo que en realidad no parece ser una posibilidad en este momento. La gente salta al compás de la música y alzan los brazos en el aire. Y como dijo el encargado de Tucandela, Pedro Osorio, a las 12 de la noche “es cuando el brete comienza”.

Tucandela de hecho son dos clubes en uno. Es una consecuencia indirecta de su vecino en la planta de abajo, Baru, en Mary Brickell Village en Miami. Ambos surgieron en Bogotá, Colombia, y se extendieron a Panamá. Y luego a Miami.

Tucandela deriva su nombre de “tu candela”, y ciertamente está candente. El interior está forrado con ladrillos toscos. Es compacto, con rincones y recovecos que ofrecen espacios conectados pero separados que se originan en la pista de baile circular principal. El DJ se sienta en un podio elevado que da a la sala principal desde donde puede ver el gentío y calibrar la selección de música. Es una sala oscura con un resplandor rojizo que da la sensación de rave rústico con un toque latino, una fiesta a la luz de la lumbre.

“Hemos estado en otras barras Baru”, dijo Tomás Dominguez, quien ha venido a celebrar un cumpleaños con un grupo de amigo, “pero este es fantástico. La atmósfera. Las muchachas. La música. Es un lugar estupendo para tomarse un trago y pasarla bien”.

Tucandela Bar
Mary Brickell Village, 901 South Miami Ave., Miami, Fla. 33130
786-431-8892

El Patio Wynwood

El Patio es exactamente lo que describe su nombre: un espacio al aire libre donde bailar, beber y relacionarse, rodeado de un frondoso jardín y decorado con “cachivaches” colombianos, de acuerdo a uno de los dueños: puertas, ventanas y una ecléctica mezcla de muebles con un bar hecho de troncos apilados.
¿La meta? Asemejarse el patio de una abuelita en Colombia. Excepto que esta abuelita es genial. Los DJ y las bandas en vivo aportan el sonido, desde reggae y salsa hasta música latina tradicional y “electrópico”, explicado como “salsa tradicional mezclada con música electrónica”.

15 2
Las presentaciones en vivo han incluido Xperimento, Bachaco y la banda de alt-rock latino Atajos, que acaba de lanzar su más reciente álbum y video de música en el club. Entre las tapas, hay chorizos a la parrilla, alitas y la hamburguesa El Patio con queso suizo. Las cervezas artesanales incluyen una selección de cervezas de acuerdo a la temporada producidas localmente en la cervecería Wynwood Brewery.

El Patio Wynwood
167 NW 23rd St., Miami, Fla., 33127
786-409-2241

Hoy Como Ayer

Como su nombre dice, Hoy Como Ayer es un paso atrás al pasado, al menos musicalmente. Este pequeño club en la Pequeña Habana es compacto y acogedor pero enorme en sus presentaciones de lo mejor de la música cubana de verdad.
Una noche cualquiera se van a ver iconos tales como Albita o Malena Burke, y músicos más recientes como Spam Allstars y Amaury Gutiérrez que siguen la tradición musical de la isla.
Es un viaje de nostalgia para los verdaderos amantes de la música, un lugar donde el público se sienta, o baila, a pocos pasos de los intérpretes. Y nadie se sorprende de ver a celebridades como Pitbull, Shakira o Marc Anthony venir a presenciar el show.
El menú es a base de platos típicos cubanos, como puerco asado, tamales y chicharrones, con nombres musicales como bolero, mambo y guaguancó. Cuenta con bar completo y servicio de botellas. Hay que llegar temprano para asegurarse un puesto, y la música sigue hasta altas horas en la noche. Uno nunca sabe qué músico va a llegar inesperadamente a formar una sesión improvisada, ni cuándo.

Hoy Como Ayer
2212 SW Eighth St., Miami, Fla., 33135
305-541-2631


Turistampa
Todos los derechos reservados ® 2023 [email protected]