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• Lo que ya cambió ya es ganancia para el país y para el turismo.
• El último Tianguis Turístico del pretorianismo.
• Imaginemos cosas muy buenas.
Los profetas del desastre en caso de la victoria electoral de Andrés Manuel López Obrador de pronto se evaporaron (¿alguien sabe dónde quedó el extranjerizado Jorge G. Castañeda, artífice en buena medida de las campañas anti AMLO de 2006, 2012 y 2018? anda muy calladito)  o de plano se sumaron sin ambages a “trabajar unidos” con el ganador (Claudio X. González, jurado antagonista del de Tabasco). Ni los mercados financieros  se cayeron ni se desestabilizó la nación: Muy por el contrario.


Lo cierto es que de pronto se pasó de un muy mal humor colectivo expresado en casi un 70% de rechazo a Enrique Peña Nieto, a un generalizado buen talante de la enorme mayoría del pueblo, que ve con gran entusiasmo y alegría el inicio de una mejor época para México. Y es que cosas aparentemente sencillas pero muy importantes ya cambiaron:
En los últimos treinta años, pero en especial en los últimos 12, los inquilinos de Los Pinos se condujeron totalmente alejados de la sociedad: Era imposible acercarse a ellos con tanto despliegue absurdo de seguridad y con la arrogancia anti-pueblo que los caracterizó: Tanto guarura, tanta valla, tanto pretorianismo, tanto esconderse detrás del estado mayor presidencial era resultado lógico de su imposición por medio del fraude. Esto era por demás notorio en la Ciudad de México, pues no podían ni se atrevían siquiera a hacer un acto masivo, o a circular sin insultantes dispositivos de seguridad,  pues desde hace mucho no tenían capital, al no tener ni un ápice de arraigo entre la gente. Fue patético, por ejemplo, ver la toma de posesión de Peña Nieto y de Calderón totalmente de espaldas al pueblo y encerrados literalmente detrás de muros y guardias.
Hoy podemos asegurar que hay un virtual presidente electo que escucha, que está abierto al diálogo con todos los sectores, que está sumando incluso a muchos de los que en su momento organizaron campañas de odio y de miedo en su contra, que no se esconde detrás de una absurda y carísima muralla de soldados y que se le puede ver incluso a veces a un tris de ser ávida y cariñosamente “apachurrado” por los compañeros de prensa y por el pueblo de todas las clases sociales, a quien se detiene siempre a escuchar y hasta a posar “pa la selfi”.
Don Daniel Cossío Villegas en su importante libro “El Estilo Personal de Gobernar” y Don Jesús Reyes Heroles con su contundente frase de que en política “la forma es fondo” nos explicarían claramente lo que está ocurriendo: Se ha derribado ya el muro entre el pueblo y su gobernante: El inaccesible y amurallado Los Pinos se convertirá en atractivo turístico y cultural para goce de todos y es deseo (quizá mitigado después por la realidad) del nuevo presidente de prescindir del estado mayor presidencial: ¿Pueden imaginarse las implicaciones que esto tendrá, por ejemplo en el Tianguis Turístico? No se necesita ser profeta para vislumbrar que el de Mazatlán fue el último Tianguis del pretorianismo, el último en donde daba vergüenza ver como se trataba a los periodistas previamente acreditados y a los INVITADOS agentes de viajes de todas partes del mundo que de pronto se veían sometidos a una vorágine de incomodidades y de interminables esperas porque “va a venir el señor presidente” a un evento que se supone  es de PROMOCIÓN turística y para hacer contactos de negocios.
En el mismo sentido, el respeto irrestricto a la libertad de prensa por el que la izquierda mexicana siempre ha luchado se encarna en Andrés Manuel, que lo ha reiterado: Estamos seguros que no se repetirán el acallamiento de voces críticas como la de Carmen Aristegui o la de Ferriz Decón, que se dieron escandalosamente en este sexenio, o la exclusión de medios críticos en el turismo, como es el caso de TURISTAMPA, en eventos como el Tianguis, por la sencilla razón de que se critica a SECTUR o precisamente al estado mayor presidencial.
Desde luego falta mucho por ver y no será raro que intereses creados intenten meterle el pie al nuevo gobierno, pero lo que ya cambió es valioso: Tendremos un gobierno cercano y sensible a la gente, un gobierno bien intencionado que ve por los intereses de los mexicanos todos, un gobierno no represor y un gobierno con el que se puede dialogar y al que se le puede convencer y al que se le puede criticar sin temor a represalias. Es un buen arranque que permite parafrasear a algún futbolista por ahí, pues hay razón para que imaginemos cosas muy buenas.


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