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El Gran Cañón es una de las Siete Maravillas del Mundo Natural, su inmensidad es tan impresionante. No existe  fotografía o pintura jamás que haya  logrado captar la majestuosidad de esta poderosa cordillera torcida de 450 kilómetros de largo por  16 kilómetros de ancho. El poderoso Río Colorado que a la distancia parecería tan solo  un pequeño listón verde,  se encuentra a más de dos kilómetros por debajo del borde.


Visitarlo, no da la oportunidad de  conocer uno de los ejemplos más espectaculares que hay en el mundo del poder de la erosión. El cañón se corta en la meseta de Kaibab, una montaña baja, redondeada. A medida que las paredes rocosas se rompen, el abismo continúa ampliándose gradualmente. Este  parque nacional   es el tipo de lugar que se puede sobrevolar y ver en unas pocas horas, aunque, para realmente saborearlo se necesitan un par de días.
Mirar hacia abajo en sus profundidades antes del almuerzo es una cosa, pero también está  el Cañón que puede ser apreciado a la salida del sol y al atardecer; puede ser visto desde arriba en un helicóptero o por debajo desde  una balsa, desde los lados si se accede escalando, o tal vez desde el lomo de una mula. Los mochileros pueden caminar sus senderos y acampar por la noche. Unos pocos y fuertes - deben hacerse reservaciones  con mucha anticipación – pueden inscribirse  para dos semanas de viaje de rafting en el río Colorado y  observar cómo surca  a través del cañón.
El Gran Cañón, como dicen los guías, ofrece una visión de 2.000 millones de años de la historia de la tierra. Primero llegaron montañas que, después de 1.000 millones de años de erosión, estaban desgastadas y cubiertas por el mar. Fósiles antiguos parecen probar esta teoría. Las capas de roca expuestas, vistas en lo que podrían ser templos monumentales y catedrales, cuentan la historia de ese pasado antiguo.
La erosión abrió este libro de imágenes para que todos lo vieran. Los exploradores que contemplaban el enorme corte no quedaron contentos al mirar ese  paisaje. Francisco Vásquez de Coronado en 1540 entró en busca de las brillantes Siete Ciudades de Oro. Para los conquistadores el Cañón no era más que una barrera hostil. Por la forma en que Coronado describía lo que estaba buscando, los Hopis bien podrían haber pensado que se refería al Gran Cañón con su brillante majestad aparentemente dorada.
En 1869, John W. Powell, un veterano de la guerra entre los estados, llevó a un grupo por el tramo más salvaje del Río Colorado a través de lo que él llamó el Gran Cañón. Hay una famosa frase de Mark Twain quien dijo que sería un buen lugar para tirar viejas hojas de rasurar.
Debido a  que los ferrocarriles iban hacia el oeste y buscaban alguna razón para que la gente viajara en ellos, el Gran Cañón se convirtió en algo así como una atracción turística. Durante un tiempo, sólo gente joven y fuerte hacía el viaje, dando saltos durante casi 12 horas en una diligencia de la estación Flagstaff para llegar allí.


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