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Las alegres cuentas de Gloria Guevara

 

Recientemente, la secretaria de Turismo, Gloria Guevara, retomó una promesa que Felipe Calderón hiciera hace cuatro años como presidente electo: llevar a México al selecto grupo de los cinco países que más turistas reciben en el mundo.

Con la diferencia de que el hoy Presidente de la República se comprometió ante empresarios a hacer de México una potencia turística durante su gobierno, es decir en seis años, que se cumplirán en 2012; en tanto que la titular de la Secretaria de Turismo fue más precavida y habló de un periodo de ocho años. Es decir, en el mejor de los casos, un lustro después de que ella haya dejado de cargo, si es que llega a terminar la actual administración federal despachando en el 172 de Masaryk.

 


 

Tener ambiciones y metas altas como funcionaria pública no está mal. Por el contrario, hay que celebrarlo, y mucho más cuando ella tiene la receta para lograrlo: “un mayor trabajo coordinado con la iniciativa privada, los gobiernos estatales y la promoción en el exterior”. Suena simple.

Antes de hacer tal declaración durante una gira por Estados Unidos, la secretaria Guevara hizo sus cuentas: actualmente, México está en el décimo sitio de captación de turistas y para entrar al club del Top Five mundial, donde, aseguró, están Estados Unidos, Canadá, China, España y Francia, desplazando a alguno de ellos, nuestro país requiere, según dijo, crecer en los próximos ocho años a un ritmo de entre 13% y 16% anual. Y eso, suponiendo que estas cinco naciones crezcan a tasas muy bajas o negativamente en ese periodo.

Estas cuentas, que suenan bastante alegres, se ven más ligeras al confrontarlas con el muro de los números reales: en el pasado inmediato, digamos que la última década, México nunca ha registrado un crecimiento anual de 13%. Lo más cerca que hemos estado de esa cifra fue en 2004, cuando alcanzamos 10.46%, luego de tener tres años de crecimiento negativo, producto de la crisis mundial que provocaron los ataques terroristas de Bin Laden en Estados Unidos aquel septiembre 11 de 2001.

En realidad, entre los años 2000 y 2009 México decreció en visitantes internacionales en cinco de ellos y en la otra mitad registró un mayor número de turistas. El Consejo de Promoción Turística de México (CPTM), hoy a cargo de la propia Guevara, fue creado en 1999, año en que recibimos 19 millones de turistas. Desde entonces, el mayor logro se registró en 2008, cuando llegaron 22 millones 600 mil viajeros del exterior. Eso significó un crecimiento de casi 19%, pero no de un año para otro, sino en un comparativo con nueve años de distancia.

Así, desafortunadamente las estadísticas muestran un panorama no muy alentador para las metas de Guevara. Una minuta de una reunión de la Junta de Gobierno del CPTM señala que de 1998 a 2006, México creció en cuanto a turismo internacional a una tasa media anual de sólo 1.21 por ciento.

Si ampliamos este periodo hasta 2009, vemos que el crecimiento promedio anual fue de 2.81%. Es decir, en los últimos tres años únicamente logramos aumentar el crecimiento medio en 1.60 puntos porcentuales, ya que el promedio entre 1999 y 2009 arroja un resultado de 2.81%. ¿Entonces, cómo pensar que de aquí en adelante lograremos registros de dos dígitos, superiores al 13% cada año? Parece descabellado, fuera de la realidad, sobre todo si reparamos en que el pronóstico de la media mundial de crecimiento elaborado por la Organización Mundial de Turismo ronda el cuatro por ciento.

En cuanto a cantidad de turistas foráneos, las diferencias que hoy tiene México con respecto a los cinco primeros son abismales. El año pasado recibimos 21.5 millones de visitantes, en tanto que quien ocupa el quinto lugar duplica esa cifra.

Además, en sus objetivos Gloria Guevara deja de lado un factor que es importante: ante lo depredador que intrínsecamente resulta el turismo, la tendencia que hoy impera en el mundo no es tanto trabajar para conseguir más turistas, sino que éstos gasten más dinero durante su estancia.

Sin embargo, aunque parezca una misión imposible, démosle el beneficio de la duda. Si lo logra, puede ser que tengamos secretaria de Turismo para, por lo menos, los próximos tres sexenios.


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