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Pasar cada fin de semana - o casi cada fin de semana - en algún lugar diferente suena magnífico, pero caro. Sin embargo muchas personas con presupuestos limitados lo hacen. Se van de campamento. Según algunos, el camping es una muy efectiva estrategia que usa la industria hotelera para promoverse, pero en México, como en casi todas partes del mundo, muchas familias disfrutan el camping. Más allá de ser una forma económica de vacaciones, es una oportunidad para chicos y grandes de hacer nuevos amigos y disfrutar de sí mismos. En resumen, es divertido.
Además  de serpientes, escorpiones y la hiedra venenosa, la gran preocupación en este momento es la seguridad. El país parece estar plagado de delincuentes. Entonces, aunque la idea de dormir bajo las estrellas suena atractiva, hacer una investigación previa es necesario. Pasar por Hidalgo y visitar el Parque Nacional El Chico o viajar a La Malintzi, otro parque nacional en Tlaxcala, son cosas que se pueden hacer en un día y pueden darte una idea de sobre qué es el camping. Y una mejor noción la tendrás si te pones en contacto con la Asociación Mexicana de Acampadores para averiguar lo que necesita una familia para iniciarse en esta actividad y por dónde empezar. Probablemente se necesitará una tienda de campaña y algunas bolsas de dormir. Los entusiastas del camping  poseen remolques o vehículos recreativos de algún tipo que prácticamente son casas sobre ruedas, pero eso vendrán después.
    "Nos quedamos en sitios establecidos, la mayoría cuenta con  tomas eléctricas, agua potable y algún servicio de comida," contó un campista. "Por lo general, los campings están en aéreas solitarias, no lejos de una ciudad, pero cerca de la naturaleza."
Las luciérnagas revolotean en la  oscuridad. Tejones y mapaches pueden verse por ahí. Por las noches, es espectáculo de las estrellas es inigualable. Lo único verdaderamente desagradable son los mosquitos. El repelente es un artículo que ningún campista olvida jamás.
El camping es una experiencia familiar. Hay niños por todas partes, al igual que algunos abuelos que han estado saliendo desde que la Asociación Mexicana de Acampadores se formó hace más de cuarenta años.
"Somos, supongo, un grupo conservador," me dijeron. "Tenemos nuestras reglas. No hay música ruidosa, ni aceptamos comportamiento bullicioso. Nosotros nos vigilamos a nosotros mismos y somos  bastante estrictos."    Los candidatos aspirantes a miembros - generalmente jóvenes, profesionistas urbanos – pasan seis meses en periodo de prueba, durante los cuales deben participar en al menos ocho salidas.
Por lo general, los campistas viajan en un convoy, se reúnen  algún lugar como la primera caseta del camino. De esa manera es menos probable que alguien  se pierda al conducir a algún lugar remoto. Los que son frecuentes, pueden adelantarse y llegar por su cuenta.  Los convoyes, después de todo, sólo podrán ir tan rápido tan rápido como el vehículo más lento.
Una vez que llegan a un sitio, las actividades varían. Los niños corretean alrededor, juegan en la piscina, si es que la hay. Algunas personas leen, otras se divierten en grupos de naipes, algunos van con amigos para un juego de voleibol. La preparación de las comidas y la limpieza posterior pueden tomar un tiempo considerable pero todo entra como parte de la diversión.
Lo más bonito de todo, tal vez, es el gasto tan reducido que implica un campamento.  Los entusiastas, quizás no es sorprendente, tienden continuamente a invertir en equipo mejor. Las personas que empiezan llegando con sándwiches pronto evolucionan a una  parrilla portátil. Y las tiendas pequeñas son sustituidas por otras más elaboradas.


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